La Vida es Siempre
“No es raro que las personas pasan su vida entera a la espera de empezar a vivir.” –Eckhart Tolle-
Antes de aprender a meditar siempre estaba esperando a que mi vida comenzará. Siempre estaba esperando a que fuera el fin de semana, a que fuera el verano, a que pasara esto y lo otro. Siempre estaba esperando el siguiente paso. Siempre esperando la vida y nunca habitándola.
La vida se me estaba pasando desapercibida. Cuando por fin llegaban los momentos que había estado esperando con ansia, me daba cuenta de que no los había disfrutado porque estaba pensando en el siguiente momento.
Fue hasta que aprendí a meditar que realmente empecé a habitar cada momento de mi vida. Realmente empecé a entender que la vida sucede en todos lados y momentos. Cada instante de cada rincón de cada paso que damos y de cada experiencia que tenemos es vida.
Por eso es que la meditación es tan efectiva en situarnos en el presente. Porque ya no ansiamos llegar a ningún lugar. Ya estamos en el lugar en donde tenemos que estar, en el presente, el único momento que hay. Al habitar cada momento, empezamos a eliminar uno de los estreses más profundos que hay, el aburrimiento.
Cuando habitamos cada rincón de nuestra vida le decimos adiós al aburrimiento. El aburrimiento tiene que ver con no querer estar en donde estamos, porque preferimos estar en otro lado. En lugar de evitar ese momento, lo habitamos de manera entera sin estar esperando nada más. Porque no hay nada más que este momento, entonces lo vivimos plenamente.
Como meditadores sentimos ese cambio fundamental. Pero incluso con esta experiencia, a veces caemos en patrones viejos y se nos olvida esta valiosa lección. Se nos olvida disfrutar y habitar de los momentos a favor a enfocarnos únicamente en el lugar a donde queremos llegar. Ponemos toda nuestra atención en ese estado prometido de plenitud y felicidad y caemos en la misma trampa. En la trampa de esperar y no habitar.
Como meditadores es importante que disfrutemos el proceso de nuestro cambio evolutivo; que no seamos duros con nosotros mismos y abandonemos a nuestro yo del momento en busca del yo del futuro. El yo del momento es el que tiene la llave a la plenitud y a la felicidad.
Es importante que nos demos el crédito que nos merecemos. Es importante también que nos acordemos del crecimiento que hemos tenido; que veamos atrás y nos demos una palmada en la espalda agradeciéndonos en el esfuerzo que hemos hecho y el gran reconocimiento que nos merecemos por llegar a donde hemos llegado. Esto nos recuerda esa lección que aprendimos cuando empezamos a meditar y entonces regresamos a habitar cada instante para disfrutar absolutamente todo lo que la vida tiene que ofrecernos. Sin esperar a que llegue el momento en el que empezaremos a vivir, porque ese momento es el presente.