El Deseo y el Sufrimiento
Existe una idea errónea de que porque meditamos o porque somos personas espirituales entonces no podemos tener deseos. El error viene de que la mayoría de la gente iluminada son monjes. Entonces asociamos el estado de iluminación con una vida sin deseos y sin posesiones.
Mientras crecemos y evolucionamos, siempre hay una expansión hacia la felicidad. Por lo tanto, tendremos deseos. Los deseos pueden ser de todo tipo, desde querer irte de viaje, comprarte unos zapatos, ligar con alguien, lo que sea. Tenemos una vida cotidiana, es decir, tenemos trabajos, amigos, pareja, esposos, familia, etc. Como tal, lo que más nos importa es encontrar paz y felicidad interior para poder así poder disfrutar la vida en su máxima expresión.
El problema no es el deseo, el problema es cuando nuestra felicidad depende de si el deseo se lleva a cabo o no. El problema es cuando sufrimos cuando el deseo no se lleva a cabo. Como seres humanos es natural que tengamos deseos, los deseos que tenemos son una expresión de nuestra individualidad. Y es siempre importante tratar de cumplirlos, tratar de llegar a nuestras metas. Pero lo más importante es que nuestra felicidad no dependa de si se cumplen o no.
Entonces, dejemos la idea de que porque meditamos no podemos desear. Seguiremos teniendo deseos, sin embargo, nuestra felicidad ya no dependerá de que tan bien se lleva a cabo el deseo que tenemos. Tenemos una actitud neutral sobre el resultado del cumplimiento de nuestro deseo. Si lo logramos llevar a cabo, ¡Perfecto!, si no logramos llevarlo a cabo, ¡Perfecto! No nos afecta, no nos quita felicidad, ¿porque? Porque nuestra felicidad es infinita. No meditamos para dejar de tener deseos, meditamos para dejar de sufrir y descubrir toda felicidad infinita de la que somos capaces de tener.