Entrenando a la mente.
Una persona normal tiene de 60 a 90mil pensamientos diarios, de los cuales 98% son repetitivos. Si pensamos que nuestra mente es un vaso de Coca-Cola, por lo general únicamente usamos la parte de la espuma, cada burbuja representando un pensamiento. Tantos pensamientos repetitivos, basados en estreses viejos y patrones repetitivos, dan a luz a acciones que también están basadas en estreses y patrones viejos. Esto hace que nos comportemos de maneras poco relevantes para la situación presente.
Cuando empezamos a meditar, cambia la dinámica por completo. Ya que, al llegar a los niveles más profundos de la mente, empezamos a experimentar el estado de trascendencia, el estado del ser puro y real que nos enseña lo que realmente somos. Al tener nuestra práctica diaria de meditación, ya no experimentamos únicamente el nivel de la espuma en el vaso de Coca-Cola, empezamos a experimentar todo el vaso; es decir, expandimos nuestra consciencia.
Cuando esto sucede, empezamos a tener más claridad mental, nos damos cuenta de que no somos nuestros pensamientos, somos la consciencia detrás de esos pensamientos. Somos ese ser puro e infinito que es el testigo detrás de los pensamientos. Nuestras acciones ya no se rigen por nuestros pensamientos. Un pensamiento de estrés, nos lleva a una reacción cargada de viejos y malos hábitos que son poco relevantes en ese momento. Al tener experiencias con la trascendencia, y saber que somos mucho más que nuestros pensamientos, nuestras acciones ya no están basadas en esos viejos estreses, ahora nuestras acciones se basan estado de absoluta plenitud y felicidad.
Cuando lleguemos a tener pensamientos negativos, al ya estar conscientes de ellos, podemos entonces decidir si queremos actuar en base a ese pensamiento negativo o en vez, actuar de manera amorosa; de manera empática que traerá felicidad no solo a nosotros, pero también a los de nuestro alrededor. Al hacer eso, al escoger los pensamientos y escoger nuestras acciones, dejamos atrás los comportamientos impulsivos y entrenamos a la mente para siempre actuar de la manera más relevante y feliz.
Entonces al convertirnos, bueno más bien, al redescubrir, al dejar de ignorar ese estado que somos, ese ser supremo; empezamos a entrenar la mente a escoger los pensamientos positivos y de esa manera, actuar de manera positiva. Siempre. Y siempre que actuamos de esa manera, esa energía se contagia al mundo y se nos regresa multiplicada. Es como cuando avientas una piedra en un pequeño lago, ese impacto crea pequeñas olas que afectan cada parte del lago y llegan hasta las orillas creado más olas. Eso es exactamente lo mismo que sucede cuando nuestras acciones se rigen por cosas positivas.